Memorias de un Enterrador. Libro Segundo. 3.


…Y aquel día, casi año y medio después, condecorado a su pesar, principalmente por ser uno de los escasos letrados, con alguna letra, que no abogado, y al mando de una charpa de desarraigados y desposeídos veteranos, autodenominados anarquistas, a los que continuamente se sumaban, unían y alistaban voluntarios suicidas, perdidos y buscados que habían oído las aventuras, desventuras y heroicidades, alimentadas todas por la leyenda, de aquel valiente y sin igual comando, tuvo la peor suerte que podía haber tenido, y la mayor desgracia que podía haber deseado.

Con la naturalidad de quien se siente maestro y la tranquilidad de quien experimentado en lo que hace, que ya no lo hace con toda la cuita y dedicación que se merece el hecho, mientras se deleitaba como jamás antes hasta aquel sin sentido bélico, con el mayor disimulo y engaño, llamando a la chabacanería, riendo a la camaradería, codeándose con sus iguales en apariencia, sujetaba, como de costumbre, a una pobre y desgraciada muchacha, no mayor de quince años, apenas mujer y muy desflorada, y dolida, y llorosa, y herida, y sangrada, como otras muchas veces, gimiendo, babeando, erecto, poseído, alegando y razonando por la piel suave, esgrimiendo los pechos tersos, turgentes y redondos inmaculados, infantiles, de la muchacha, pero en falso. Pues eran ellos, los hombres, sus gestos, sus torsos, sus miembros, sus actos.

No podía evitar imaginarse lo que contemplaba en aquel momento cada vez que llegaban a una aldea, una casa, un cortijo, un pueblo.

Y enseguida se excitaba.

La violencia y los hombres.

Y luego, tras la descarga, pecado de Onán, se santiguaba.

Y se encomendaba a dios.

Con un Padrenuestro.

Aquel día, mataron a la niña.

Y siguieron haciendo uso de ella.

Después de muerta.

Los del final, los que no llegaron a tiempo, adujeron que ellos no iban a ser menos.

Y el hombre estuvo allí.

Agarrándola por los hombros desnudos.

Hasta que acabó el último…

Libro Segundo…

~ por Aura G. en 25 septiembre, 2012.

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