Memorias de un Enterrador. Libro Primero. 5.
Resucítame en el último día, Señor y Redentor mío”.
Tap, taptaptap, tap, taptaptap, tap, taptaptap…
Tap, taptaptap, tap, taptaptap, tap, taptaptap…
-“El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder:
así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y Tú eres eterno.
Levantan los ríos, Señor,
levantan los ríos su voz,
levantan los ríos su fragor;
pero más que la voz de aguas caudalosas,
más potente que el oleaje del mar,
más potente en el cielo es el Señor.
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.
Oí una voz del cielo que decía:
«Dichosos los que mueren en el Señor”.
Tap, taptaptap, tap, taptaptap, tap, taptaptap…
Y yo oí todo el agua del cielo y de la tierra
repiqueteando sobre la falsa madera de la tapa del ataúd barroco;
y una triste y apagada campana que a lo lejos tañía…
Y el llanto de dentro, que no sale pero que rompe…
Y el último suspiro del muerto que allí yacía…
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De un amigo…
Aura G. said this on 20 septiembre, 2012 a 18:09 |